En junio de 2021 un joven Donnarumma, de apenas 22 años, decidió abandonar el Milan en el que llevaba siendo titular desde los 16 para irse al PSG como agente libre. Le dieron palos por todos los lados y necesitó mucho tiempo para asimilar todo lo que le estaba pasando. Un chaval que llevaba mucho tiempo en la élite, pero un chaval al fin y al cabo.
La realidad es que desde ese momento en muchos días de la verdad salió señalado. Errores suyos o jugadas en las que podría haber hecho más le costaron eliminatorias a los parisinos. Sin ir más lejos la remontada que vivieron en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid empezó en un fallo suyo. Es cierto que le debió salvar el hecho de que Benzema le hiciera una clara falta no pitada, pero también lo es que él podría no haber tentado a la suerte.
Esta campaña parece que se repetía la historia. Octavos de final de Champions, duelo grande e igualado ante el Liverpool y en la ida victoria de los de Anfield en una acción en la que se le echó en cara que no detuviera el tiro de Elliot. Sin ser un error grotesco, del italiano se espera que haga extras. Se le pide que sea el portero que fue en la Eurocopa que Italia ganó en Inglaterra.
En la vuelta de dicha eliminatoria se convirtió en héroe. Hizo varias paradas de mérito durante el partido y estuvo muy acertado en la tanda de penaltis. Paró dos de tres penaltis y sacó billete para la siguiente ronda. Se sacó de encima una losa que le ha dejado volver a brillar en cuartos de final de Champions contra el Aston Villa.
Luis Enrique reconoció que ''nos entraron los tembleques'' y dos manos y una pierna del italiano fueron decisivas. Primero salvó un golazo al palo largo de Rashford con la izquierda. Luego un cabezazo de Tielemans con la derecha y acabó su show deteniendo un mano a mano de Asensio con una pierna. De locos.